miércoles, 6 de noviembre de 2013

X se llamaba

Pues bien, digamos que se llamaba X, y que X tenía una mente maravillosa, a la que le encantaba cultivar, digamos que X vivía en un mundo cojonudo, no por nada, sino porque X sabía rodearse de las cosas más cojonudas, y es que no las buscaba. Las creaba.


Digamos que si de 24 horas que tiene el día, X hacía cosas fascinantes 23, o inclusive, 25. Digamos que X era una persona que se completaba a sí misma, y que cada día descubría y redescubría su arte....

Hasta que un día se enganchó a la tele, empezó a ver series divertidas, series dramáticas, buenas películas y malas películas... pasado un tiempo empezó a ver cualquier cosa que echasen por la tele, bueno, malo absurdo, ridículo, patético... ah.. publicidad... oscuro, odioso, tedioso, insultante...


Digamos que X ya  no cultivaba su mente, bueno digamos que ya no hay nada que decir porque está la tele encendida... y la tele manda.