miércoles, 21 de marzo de 2012

Abre los ojos, sal de la oscuridad



Abre los ojos poco a poco, sal de la oscuridad, con cuidado, no te precipites. Poco a poco se va colando la luz en tus pupilas, es fuerte, radiante, te ciega.

No eres capaz de de ver, la oscuridad ha desaparecido pero ahora es la luz la que no te permite vislumbrar.
Paulatinamente tus ojos se acostumbran a la luz, y progresivamente se va dibujando ante ti un paisaje. Va tomando forma, despacio y comienzas a ver.

Es lo más bonito que has visto en tu vida, ahora se deja ver, y sabes, no, estás seguro, mejor aún, no lo puedes negar. No puedes negar que ya no quieres seguir viviendo si no es ante aquella imagen.

Son tus sueños, sueños de libertad plasmados en un estampado casi pictórico. Y te gritan, te gritan que abras tus alas y vuelvas a su lado, que alces el vuelo y te prepares para fundirte con aquel estrámbotico aunque esplendoroso paisaje.

Radiante edén de sueños que te incitan de forma magnánime.

Ya no dudas, no lo has hecho nunca, sabes lo que quieres. Así que te lanzas, abres tu alas, impaciente, con fuerza, ansioso por volar, si...
Coges impulso, te abalanzas hacia delante, y reforzado por tus alas, saltas, con fuerza, con ganas, convencido.
Pero no vuelas, ni avanzas, ni caes, ni te mueves, ni flotas en el aire, ni te fundes con tu libertad ni con tus sueños...

No ha pasado nada de eso, ¿por qué?. Miras hacia abajo, sorprendido, anonadado, confuso... Y las ves, riéndose de ti a carcajadas, brillando por su efecto, jactándose de tu libertad.
Estúpidas cadenas....

No puedes hacer nada más, así que la observas, grandiosa e inalcanzable...

Preferiría no haber abierto los ojos.


1 comentario:

  1. No tienes cadenas; reinicia tus ojos y compruébalo.
    Bienvenida a Blogger!!

    ResponderEliminar