lunes, 11 de febrero de 2013

A medias

Sin esperanza alguna abrí la pesada puerta del portal, y apenas el viento rozó mis mejillas mis huesos se congelaron completamente mientras mi aliento se volvía gélido al contacto del aire. Era una mañana  fría y oscura, el sol aún no había salido, y mis pasos retumbaban por toda la calle, por toda aquella calle solitaria y cubierta de bruma que proporcionaba un aspecto tenebroso a la ciudad. La noche estaba apunto de caer, pero aún reinaba la oscuridad.
Sumiendome en aquel horrible sueño que me paralizaba de madrugada me dio por mirar al cielo. Justo en aquel momento descubrí y redescubrí la belleza oculta de aquella tortura matutina, miré al cielo y se mostró ante mí un mar de estrellas grandiosas, brillantes y, pequeñas. Allí estratégicamente colocadas para formar constelaciones que nosotros los humanos nos entretendríamos en clasificar y nombrar para, inútilmente, poder referirnos a ellas.
Y así contemplando un valle de luces me acordé de lo insignificante que es el ser humano, y me planteé el hecho de que aquella rutina matinal que me torturaba sólo suponía un infierno para mi persona...
En el transcurso en el que estuve mirando el cielo me solapé profundamente a mil sentimientos variados y durante la presencia de todas aquellas sensaciones mezcladas y remezcladas que creaban un sucedáneo de locura me di cuenta de que la locura no estaba tan distante, ni las lágrimas tan amargas, ni las sonrisas tan dulces...me di cuenta que la receta necesaria de la vida es un poco odio, un poco de locura, un poco de picardía, un poco de bondad, un poco de fuerza y un poco de debilidad, pero sobretodo me di cuenta de que había media vida que ya no me pertenecía, me di cuenta de que un personaje atolondrado, risueño y jodidamente encantador me había arrebatado mi media vida, se la había llevado consigo y no me la iba a devolver, y si me la devolvía sería hecha jirones...Me di cuenta de que aquel entrañable ladrón se había llevado gran parte de mí y que era lo mejor que me había podido pasar...Nunca me sentó tan bien que me robasen y nunca me sentí tan llena sabiendo que me falta una mitad, justo la mitad que late por las noches y suspira por las mañanas.....
Y así es queridos amigos como una se da cuenta de que le falta una mitad, mirando el cielo para sentirse minúscula, buscando el sentido de la vida, y dándose cuenta de que tal sentido se fue más rápido de lo que vino...
Ahora sonrío mientras perezosas van asomándose mis ganas de dormir, y mientras leo y releo mi relato se me escapa tímida una sonrisa en soledad, mientras el silencio me susurra el sabor de su recuerdo, y mi memoria se olvida de las ganas de recordar de dónde cojones dejaría aquella mitad....


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